Siempre que vas a un restaurante, tienes al menos una razón por la que visitarlo. En Windsor te ofrecemos cinco, todas ellas capaces por sí solas de animarte a venir, todas ellas ‘firmadas’ por grandes personas y profesionales dirigidos por Joan Junyent, que convierten nuestro establecimiento en un restaurante humano, especial, único. ¡Y aún nos quedamos con alguna más en el tintero! ¿Con cuál te quedas?
El trato al cliente
En Windsor tendrás un servicio atento sin ser empalagoso; informal sin ser invasivo; siempre profesional. Un equipo joven pero sobradamente preparado atenderá todas tus peticiones y estará pendiente de ti para que tu experiencia gastronómica sea inolvidable. Tanto a tu llegada, donde José Luis se encargará de aparcarte el coche, como en la sala, cuyo grupo está coordinado con precisión por Tomás Hurtado y Miquel Meneses.
La terraza
¿Un remanso de paz en pleno centro de la ciudad? Pues sí. En Windsor. En su terraza-jardín, donde apetece ahora, más que nunca, disfrutar de un buen ágape. En este oasis de tranquilidad, rodeado de una vegetación que da vida al espacio, arrullado por la música jazz que suena en nuestro hilo musical, puedes tomar un vermut antes de comer o cenar, o un cóctel después. O alguno de los zumos naturales que hacemos en casa, ¿por qué no? Y si hace mal tiempo, un mecanismo automático permite cerrarla en apenas segundos, para que nada perturbe tu momento Windsor. Un espacio, por cierto, que se puede alquilar para eventos privados, como el resto de salones del restaurante.
La bodega
Una bodega ambiciosa en número (más de 450 referencias) y en filosofía (muchas etiquetas catalanas, muchas de pequeños elaboradores que hacen auténticas joyas líquidas, aunque no faltan vinos conocidos). Una carta seleccionada y mimada por David Amat e Iván Martínez (primer y segundo sumiller de la casa, respectivamente), que además es digital: cuando llegues a Windsor podrás elegir tu vino preferido a través de una tableta que facilitará el proceso de elección de una manera ágil e infalible. También hay licores, destilados y, por supuesto, cócteles. Por todo ello, ha sido merecedora del premio Cartaví de este año en la categoría A de la ciudad de Barcelona.
Las obras de arte
Siempre hemos tenido claro que la experiencia Windsor tiene que ir más allá de la gastronomía, puntal de nuestro restaurante. Por eso tenemos especial sensibilidad por hacer de nuestro establecimiento un lugar donde sentirse a gusto desde el primer momento. Dado que ocupa los bajos de una finca modernista, intentamos estar a la altura colgando obras de arte de nuestras paredes, siempre potentes, como contraste a los espacios clásicos y señoriales, en la línea de nuestra gastronomía, que combina tradición y modernidad. Las obras de Philippe Pastor estuvieron muchos meses expuestas y ahora tenemos el orgullo de mostrar los trabajos de artistas como Roberto Mira (colores hechos sinfonía) y Lídia Masllorens (magnéticos retratos) en la entrada, la sala principal y la terraza. En los salones privados, las pinturas automovilísticas vintage de Alex Balaguer, y en los pasillos, un chef imaginario de Enric Vall Karsunke.
Y por supuesto, la cocina
Cocina catalana contemporánea, actualizada, con el punto justo de modernidad sin perder de vista las raíces, con una carta que cambia cada temporada. Y también procurando que sea sabrosa, fresca, saludable y sostenible (la mayoría los productos con los que trabajamos son de proximidad y muchos de ellos, de procedencia ecológica). Porque Windsor avanza al ritmo de la sociedad, que reclama sabores auténticos, de toda la vida, pero con una ejecución moderna, más ligera, con los que sentirse bien (y no solo en el paladar, sino también en el cuerpo). Unas recetas que bordan Carlos Alconchel y David Rodríguez.
Por todo ello y más, Windsor se ha convertido en un emblema gastronómico de Barcelona.