Cualquier ágape queda realzado con un buen vino potenciando los sabores del plato o creando nuevos al mezclarse comida y bebida en el paladar. El maridaje es, por tanto, muy importante a la hora de disfrutar en la mesa, y las combinaciones posibles son innumerables. Entre ellas hay que incluir las que van -o deberían ir- más allá de algunos tópicos que resultan ciertamente inexplicables. Uno de ellos tiene que ver con el cava. ¿Quién dijo que este espumoso que se elabora en tierras catalanas desde hace decenios y decenios solo servía para un aperitivo? ¿Y quién tuvo la idea de sentenciarlo solo como acompañante de los postres? ¿Y eso de que solo sirve para brindar en celebraciones especiales y nada más?
El cava es mucho más que eso. Es mundo lleno de matices que, por culpa de esos lugares comunes, acaba siendo desconocido para muchos, que se pierden un universo de sensaciones en la mesa. Además, en los últimos años los elaboradores han dado un salto de calidad enorme que se ejemplifica en espumosos bien estructurados, frescos y alegres, por no hablar de los cavas de larga crianza, que pasan años criándose en la botella antes de salir al mercado y lucen una riqueza de aromas y sabores impresionante. Y, por si fuera poco, su grado alcohólico es menor que cualquier vino tinto, blanco o rosado.
El cava tiene una virtud que pocos vinos poseen: la versatilidad para emparejarse con casi cualquier plato, da igual el sabor predominante que tenga (salado, ácido, amargo o dulce). Esa característica se debe a su equilibrado grado de acidez, a su frescor y a sus aromas delicados. Un comodín muy agradecido por los sumilleres, que saben que difícilmente fallarán eligiendo un cava para acompañar una comida.
Con las ensaladas que llevan frutas y vinagres balsámicos funciona bien el cava Brut. El Brut Nature y el Reserva potencian los sabores del pescado y el marisco (genial con ostras, por ejemplo), mientras que la acidez de un Brut o de un Brut Reserva es un aliado imbatible para los arroces y las paellas. Es fácil combinarlo con pasta (al ser más neutra resulta más combinable) y aguanta perfectamente las carnes blancas y las rojas no demasiado intensas. Con los postres va de maravilla (ese tópico es cierto) porque su acidez mitiga la sensación de dulce. Pero también se entiende bien con cualquier otro tipo de plato que salga de los fogones.
Pero más allá de los sabores, hay que tener en cuenta dos características propias del cava. Una es el carbónico de la bebida (las burbujas), que no solo dan placer en el paladar con el cosquilleo que producen, sino que ayudan a limpiar la boca en los platos más grasos, como los pescados azules. Y la sensación refrescante que aportan encaja a la perfección con el salado de productos como el jamón, de ahí que sea una de las parejas de baile más celebradas en el mundo de los maridajes.
La otra característica es la cantidad de azúcar. De ahí que se clasifique el cava en distintas categorías (los Dulces, Semisecos y Secos, por este orden, son los que tienen más azúcar, mientras que la familia de los Brut tiene menos). Eso hace que los maridajes con este espumoso pueden variar en función de este factor. En líneas generales, los aperitivos que incluyen marisco, ostras, jamón, croquetas, canapés o queso se entienden muy bien con un cava Brut. Para los platos fuertes o especiados (cordero, estofados, foie gras, barbacoas) se recomienda un Brut Nature Gran Reserva. En cambio, si son ligeros y suaves, tocará abrir una botella de cava joven. Un cava Brut Nature y Extra Brut funciona bien con los platos grasos, mientras que el Brut y el Extra Seco irá mejor con los ácidos. Para los postres, es mejor optar por un Semiseco, un dulce o un rosado.
En Restaurant Windsor (centro de Barcelona) te proponemos maridar tus comidas o cenas con cava para que disfrutes de unos bocados y unos tragos memorables. Si no te atreves a elegir la botella, déjate aconsejar por nuestro equipo, que sabrá escoger el espumoso ideal de nuestra extensa bodega, una de las más completas de la restauración barcelonesa en cuanto a elaboradores catalanes se refiere. Ya solo te quedará disfrutar del momento. ¡Chin-chin!