Hay quien ama las tradiciones y quien huye de ellas como de la pólvora, aunque quien más quien menos, incluso aquellos decididos a evitar los convencionalismos, acaba abrazando alguna tradición navideña. Sobre todo las gastronómicas, que suelen convencer incluso a los más outsiders. Y es que, ¿quién se resiste al placer de una buena escudella? ¿O a cerrar las fiestas con un roscón de Reyes (haba incluida)? ¿Quién dice no a acabar el año con doce uvas y brindando con cava? Repasamos algunas de nuestras tradiciones navideñas, tanto gastronómicas como culturales, más significativas, desde las neulas al amado tió, que sin duda son, para muchos, la mejor manera de entrar con buen pie en 2019.
La escudella
El cocido catalán por excelencia es un plato típico de fiestas, especialmente de la comida del 25, aunque hay quien lo prepara en la cena de Nochebuena y quien lo reserva para el día de Sant Esteve, el 26 de diciembre. Esta receta ancestral, que empezó siendo campesina y con el tiempo se ha ido sofisticando, consta de una sopa de galets y un plato de carnes, verdura y legumbres, con los que se ha elaborado la sopa, que se sirve en una fuente en el centro de la mesa. En el caso de la escudella, cada maestrillo tiene su librillo y ha ido adaptando la receta a su gusto y el de sus comensales, aunque no suelen faltar las tradicionales pelotas elaboradas con carne de cerdo y ternera, además de huevo y miga de pan. En Windsor ofrecemos todos los años nuestro tradicional Menú Escudella, en el que presentamos una versión desgrasada, muy especial, de uno de nuestros platos preferidos del recetario catalán.
Los canelones
Plato típico navideño, presente en gran cantidad de hogares, especialmente en Sant Esteve (el 26 de diciembre). Los canelones son de carne en la receta original, aunque se ha ido sofisticando con los años y ya hay quien los elabora de verduras o de setas, por poner solo algunos ejemplos de las innumerables vueltas que se le pueden dar a un simple canelón. En Windsor preparamos la receta tradicional, con una bechamel de trufa negra, aunque también contamos con el de rabo de buey estofado, deshuesado y envuelto en pasta. ¿Por qué manda la tradición que se coman el 26 de diciembre? Porque se elaboraban con las carnes sobrantes del día anterior, que se picaban y envolvían en una lámina de pasta acompañada de bechamel. Ahora los tiempos, por fortuna, han cambiado, pero hay numerosos hogares en los que siguen sin perdonarse los clásicos canelones de Sant Esteve.
Las doce uvas
Pocas personas hay que se salten las 12 uvas de Nochevieja, pero seguro que son muchos los que no saben de dónde viene esta curiosa tradición. Cuenta la leyenda que la tradición se remonta a la década de 1880, cuando la clase burguesa española comenzó a celebrar la Nochevieja a la francesa: comiendo uvas y tomando vino espumante. Al parecer, un tiempo después los madrileños empezaron a bajar a celebrar el cambio de año a la Puerta del Sol, y se dice que comían uvas mientras sonaban las campanadas para burlarse de las costumbres de las clases bienestantes. Fue así como se instauró una tradición que se celebra también en muchos países de Latinoamérica y que simboliza la prosperidad de los siguientes doce meses, cada uno de ellos representado por una uva.
El tió
Este tronco navideño con barretina, patas y una amplia sonrisa es el rey de la Navidad entre los más pequeños (y, para qué negarlo, también entre quienes no lo son tanto). Es una tradición de origen rural y precristiano muy arraigada en Cataluña y Aragón, que representa un tronco destinado a dar luz y calor al hogar durante los meses más fríos del año. En la actualidad, son muchos los niños que van a buscar su tió al bosque a principios de diciembre y lo alimentan durante todas las Navidades (hay, incluso, divertidísimos vídeos en Youtube en los que se ve al tió dar cuenta por las noches, mientras todos duermen, de las comidas que les dejan los más pequeños). Más tarde, cuando llega la Navidad, el tronquito que ha sido convenientemente alimentado caga un montón de regalos y golosinas mientras se le golpea con un bastón. Esta escatológica tradición enloquece a propios y extraños, y no es para menos: incluso el actor Viggo Mortensen explicaba recientemente en la televisión estadounidense los pormenores de esta curiosa tradición navideña catalana.
El brindis con cava
En Windsor somos unos grandes aficionados al cava, y tenemos la suerte de contar en nuestra carta de vinos con las referencias más importantes de todo el territorio catalán. El cava es una bebida típica de celebraciones, y suele tomarse junto a los postres navideños, tras haber brindado con los nuestros. Pese a que cada vez más se está poniendo de moda como una bebida gastronómica, que puede acompañar sin problemas un menú largo, todavía son muchos quienes asocian el cava al momento del brindis. ¿Una sugerencia? Los rosados están más de moda que nunca. ¿Y si incorporamos alguno a la mesa navideña?
El caganer
No solo el tió simboliza la afición por lo escatológico que se respira en Cataluña. También el caganer, una figura típica de los belenes catalanes, demuestra que el sentido del humor es algo que no puede faltar nunca, ni siquiera en fechas tan solemnes como las Navidades. Es difícil encontrar en Cataluña ningún rincón que no tenga su belén con su correspondiente caganer, que a veces toma forma de una persona famosa. De hecho, en Cataluña está muy arraigada la tradición del belén, y encontramos pesebres vivientes de gran solera, con una amplia tradición, en numerosos pueblos y localidades.
Neulas
Los amantes de estos barquillos tubulares elaborados con una fina galleta se pasan once meses al año esperando que llegue la Navidad para disfrutar de su postre preferido. Suaves, ligeras y deliciosas, hay quien jamás cambiaría las neulas por ningún otro dulce, por más sofisticado que sea.
Roscón de Reyes
Este pastel riquísimo es el preferido de muchos, que lo comen con cierta sensación agridulce porque supone también el punto y final de las fiestas navideñas, que suelen ser intensas y emotivas. El roscón de Reyes tiene forma de rosca, se elabora con hojaldre y pasta choux, y se cubre con azúcar glass y fruta confitada. La tradición manda que se oculte en el interior del roscón una figurita de un rey, y a quien le toque se pondrá la corona que siempre acompaña el dulce, y también un haba, cuyo receptor será el encargado de pagar el roscón.