Cualquier motivo es bueno para disfrutar de la terraza de Windsor, ya sea en primavera o verano (momento ideal por el clima) como en otoño o invierno (su techo retráctil se abre y cierra en cuestión de segundos si el mal tiempo arrecia). Y algunos de ellos son indiscutibles, como estos cuatro.
LA SORPRENDENTE TRANQUILIDAD
La expresión «oasis urbano» es en este caso una realidad, más que un tópico. Porque no oír ni un coche en una terraza en pleno centro de Barcelona se puede considerar realmente extraordinario. Pero así es la terraza interior de Windsor: serena, elegante, casi casi íntima. Un lugar donde se puede mantener una charla tranquila o, simplemente, escuchar el hilo musical de aires ‘jazzy’.
LA VEGETACIÓN REFRESCANTE
Cada semana, los clientes que llegan a Windsor se encuentran con el mejor de los recibimientos: el colorido conjunto floral que preside la barra del bar de la entrada. La belleza vegetal no se queda ahí, sino que está presente en la terraza para aportar un toque refrescante al ambiente, que los comensales siempre agradecen. En este caso, la exquisitez también entra por la vista.
EL AMBIENTE DISTINTO… Y DISTINGUIDO
Hay muchas terrazas, pero la mayoría responden al mismo patrón: están en la calle, con el consiguiente trajín de tráfico y transeúntes que hay alrededor de las mesas. Pocas como la de Windsor, en un interior de manzana de L’Eixample y dentro de una finca modernista. En un espacio donde manda la discreción, suena la música suave y se impone el gozo gastronómico por encima de todas las cosas.
EL ESCENARIO IDEAL PARA CUALQUIER CELEBRACIÓN
Por todos los motivos anteriores, la terraza de Windsor es ideal para una celebración especial, ya sea íntima, en petit comité o con grupos numerosos, ya que se trata de un espacio privatizable en el que se pueden celebrar todo tipo de actos. En ella caben 78 comensales. Si hace falta albergar a más invitados, la terraza se puede unir con el salón contiguo, el Rosselló, de manera que podría acoger incluso a 140 personas.