Más allá de la Sagrada Família, la Pedrera, las callejuelas del Gòtic y las siempre alegres Ramblas, Barcelona esconde algunos rincones poco conocidos que hacen de ella una ciudad mágica e incomparable. Y es que a los atractivos ampliamente conocidos de una ciudad donde conviven tradición y modernidad en sana armonía, hay que añadir el encanto de estos sitios poco frecuentados, generalmente alejados de las guías turísticas pero con carisma a raudales y capacidad para enamorar a cualquier espíritu sensible.
1- Jardines de Joan Brossa
La montaña de Montjuïc es siempre un lugar por descubrir, aunque a menudo nos quedamos en la Fundació Miró, el Museu de l’Esport, la zona olímpica y, si tenemos ganas de ejercitar las piernas o coger el teleférico, el castillo. Y olvidamos los numerosos jardines y rincones ocultos de una montaña que vale la pena explorar sin prisas para perdernos, por ejemplo, en los bellísimos jardines de Joan Brossa, el lugar perfecto para hacer un pícnic, observar cómo los más pequeños juegan en su parque y realizar un recorrido -apto para pequeños y mayores- por sus atracciones destinadas a explorar las posibilidades del sonido (desde un piano que se toca con los pies hasta unos colchones estridentes). Para acabar, un viaje en tirolina nos hará querer aún más estos jardines situados donde un día se alzó el popular parque de atracciones de Montjuïc.
2- Mercado de Sant Andreu y alrededores
Vale la pena coger el metro y desplazarse hasta el barrio de Sant Andreu para perderse por su zona antigua, en la que encontramos un mercado siempre alegre y bullicioso, callejones empedrados llenos de casitas bajas y un ambiente de barrio que nos trasladará a la Barcelona de hace siglos. Su callecitas llenas de tiendecitas nos recuerdan a aquel barrio que no se anexionó Barcelona hasta finales del siglo XIX y que hoy en día conserva aún su aspecto de pequeño pueblo incrustado en la ciudad, este aura inconfundible de un pasado no tan lejano, completamente ajeno a la globalización.
3- Casa Vicens
A menudo pensamos en Antoni Gaudí y nos vienen a la cabeza la Sagrada Família, la Pedrera y la Casa Batlló. También el Palau Güell, al final de la Rambla, cuenta a diario con numerosos visitantes, incluso la Colònia Güell, en Santa Coloma de Cervelló, recibe un público de toda Catalunya atraído por aquel espíritu loco y creativo del arquitecto que más ha contribuido a dar forma a lo que ahora conocemos como la ‘marca Barcelona’. Pero pocos saben que en el barrio de Gràcia, en la calle Carolines, encontramos la espectacular Casa Vicens, un edificio particular diseñado por Gaudí al cual lamentablemente no podremos acceder pero que sí podremos contemplar por fuera para deleitarnos con el genio creativo, más vivo que nunca, de este maravilloso arquitecto.