Si tuviésemos que escoger un adjetivo para calificar la vendimia de este año, que se ha adelantado alrededor de un par de semanas, éste sería accidentada. Esto no significa, sin embargo, que nos hallemos ante una mala añada, pues el sector coincide en líneas generales en que 2017 va a ser un año de grandes vinos y de sorpresas agradables. ¿Por qué decimos que nos encontramos ante una añada convulsa, que no ha dejado de depararnos sorpresas prácticamente desde el principio? Trasladamos la cuestión a Jordi Arnal, responsable de tiendas de Vila Viniteca, quien sitúa el inicio de los sobresaltos “en un par de heladas muy fuertes que tuvieron lugar en abril, y que fueron especialmente agresivas en la zona del Bierzo, de Ribera del Duero y Rioja”. Un fenómeno que se llegó a llevar hasta el 50% de la cosecha en muchos casos y que dejó al sector mordiéndose las uñas.
A continuación, llegó un verano muy caluroso, especialmente seco, que ha ocasionado un adelanto de la vendimia de entre dos y tres semanas. Una vendimia, claro, que también ha sido especialmente corta este año, ya que solo se ha recogido la cantidad que quedaba, que en muchos casos, como decíamos, se reduce prácticamente a la mitad. ¿Cómo se traduce esta serie de fenómenos climatológicos en los vinos de esta añada? “Son vinos más concentrados, muy interesantes, con mucho aroma de fruta, aunque menos longevos que otros años”, afirma Arnal, quien destaca, sin embargo, que nos encontramos ante una de las mejores añadas de la última década. “Tal vez no llega a competir con las mejores, que han sido sin duda la de 2016, excepcional, y también 2015 y 2010, pero sí que parece que va a dar lugar a vinos de gran calidad, aunque es algo que aún tiene que acabar de valorarse”, asegura.
Hay sectores que están especialmente satisfechos ante esta añada tan interesante como convulsa, que no hace más que demostrar que el vino es un producto vivo, entroncado en el territorio, que al fin depende de millones de cuestiones que escapan de nuestro control y que ésta es precisamente su grandeza. El sector del cava es uno de los que más celebran una cosecha que les ha obligado a adelantar la vendimia a principios de agosto, algo inaudito en el sector. “La producción ha sido mucho menor, es algo indudable, pero la calidad muy superior a la de otros años”. También están bastante contentos en Ribera del Duero, Rioja y Priorat, tres D.O. que ya no necesitan consolidar su posición en el mercado pero que se encuentran, cada vez más, con la competencia de otras D.O. españolas hasta ahora desconocidas que llegan al mercado pisando muy fuerte y cargadas de buenas vibraciones (¿han probado algo de Utiel Requena o Yecla?).
Es fácil pensar, desde el desconocimiento, que una pérdida como la de este año puede ser un duro golpe para las bodegas, las cuales sin embargo no esconden su entusiasmo ante una añada que promete dar lugar a grandes vinos. “No les va a quedar más remedio que establecer cupos”, afirma Arnal. O se retrasa la salida un par de meses o se establecen unos plazos para ir lanzando al mercado las diferentes propuestas de la temporada, además, claro, de lo inevitable: “durará menos tiempo”. Como todo amante del vino y profundo conocedor de sus recovecos, Arnal lo tiene claro: “los vinos van a ser estupendos, al fin lo que se pierde no es más que dinero”. Y, qué demonios, lo cierto es que cuando le escuchamos hablar de algunas de las joyas que cata en su día a día es difícil no contagiarse de este entusiasmo.
Por este motivo, le pedimos que nos recomiende algunos vinos novedosos que van a dar de qué hablar en los próximos meses. Y nos recomienda dos. “Por un lado, el Barqueres de Tomás Cusiné, un valor seguro, un Cariñena espectacular, un fuera de serie de la D.O. Costers del Segre a un precio más que ajustado. Y por el otro, un Dofí 2015 que saldrá al mercado este mismo año, un vino de Álvaro Palacios que combina Garnacha y Syrah”, y que probablemente estará muy presente en nuestros encuentros en familia y amigos en los próximos meses.
No podemos resistir acabar la charla con Arnal sin pedirle que nos recomiende algún vinazo, una de esas maravillas para paladares muy intrépidos dispuestos a invertir unos euros en uno de los grandes placeres de la vida: “sin duda, el Contador 2016, un Rioja clásico, monovarietal Tempranillo”. Un vino, nos cuenta Arnal, capaz de elevar a los cielos a cualquier amante de la gastronomía en general y del mundo del vino en particular. Este Contador, que saldrá al mercado en 2018 pero algunos ya han tenido la suerte de catar, “está elaborado con el mejor Tempranillo, procedente de unas siete u ocho parcelas diferentes y es… En fin, es… es…”. Arnal titubea: “es un vino eterno”. Nada más que añadir.