Pocos productos catalanes tienen la fama y el prestigio de la gamba de Palamós. Pero si ostenta ese reconocimiento es porque lo vale: las gambas son un tesoro gastronómico de primer orden que cuenta incluso con un sello de marca de calidad. Un regalo del litoral del Empordà que aprecian hasta los paladares menos gourmet. Bien lo sabemos en Windsor, donde nuestros clientes disfrutan de lo lindo con ella. Es, sin duda, uno de los bocados preferidos durante todos los años que llevamos abiertos. En este artículo queremos rendirle nuestro particular homenaje explicando algunas cosas de ella que quizás no sabías.
La gamba roja se captura, principalmente, en la costa de Palamós (de ahí su nombre) y la vecina Sant Antoni de Calonge (al sur), aunque también se pesca en Begur, más al norte, por ejemplo. Esta especie es tan particular porque se alimenta de la fauna y flora marinas que se encuentran en el fondo marino de aquella zona, de ahí que su sabor, más dulce que el de otras gambas, sea único, además de potente y delicado a la vez. Además de su característico color rojizo y su textura firme, aporta mucho frescor en boca.
Ese fondo marino en el que vive, que se extiende a lado y lado de la población gerundense que le da nombre, está repleto de cañones y taludes. La gamba encuentra allí un hábitat ideal: rocoso, a unos 400 metros de profundidad, con una biodiversidad ideal para su desarrollo y alimentación a base de algas, minerales, etc.
Aunque pueda sorprender, la gamba de Palamós no es un producto milenario. De hecho, no hace ni un siglo que fue ‘descubierta’. Los historiadores sitúan en 1930 un hecho decisivo: fue ese año cuando pescadores de L’Ametlla de Mar, población de la costa sur de Catalunya, llegaron a Palamós y enseñaron a los locales la pesca de arrastre: se tira una red desde la barca y con ella se arrastra el fondo marino, capturando lo que encuentra a su paso. Entre otros animales, la gamba roja. Tras la incorporación de este arte de pesca, lo que vino después fue una historia de éxito. Del mar a los platos de los pescadores y las casas de la zona, luego a los restaurantes, y de ahí a la fama cada vez mayor.
La mejor temporada para capturarla es entre los meses de mayo y julio. Los pescadores salen de madrugada hacia los caladores donde viven para tirar sus redes. Por la tarde regresan a recogerlas y, si consiguen capturarlas, subastarlas en el puerto. Una estampa que merece la pena vivir para valorar este manjar tan exquisito.
A la plancha son un placer, acaso la manera más popular y agradecida de cocinarlas, aunque admiten otras técnicas en los fogones. Eso sí, no hay que olvidarse de lo mejor: chupar la cabeza para extraer toda su esencia. De hecho, varios restaurantes de Palamós y Sant Antoni de Calonge celebran cada año, de mayo a julio, el Menú de la Gamba, cuyo lema es ‘Xucla’n el cap i llepa-te’n els dits’ (en castellano, chúpale la cabeza y lámete los dedos). Algo que te invitamos a hacer en Windsor. Hay placeres en la vida a los que nadie se puede resistir. Y la gamba de Palamós es uno de ellos.